Nunca me gustó beber en los verdes prados
a menos que un talle esbelto
viera conmigo despuntar el alba
o que al caer la tarde me dijera:
"El viento tiene celos
de aquel que acaricia mis mejillas"
Ella, dueña de los corazones,
sembradora de inquietudes
Ella que puede provocar deseo
al espíritu más templado
Dulces labios que guardan perlas,
dando de beber al amante
herido de amor y fiel a sus promesas.
Abu Bakr bin al-Abyad
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