Aquí un silfo azul se queja
de una ingrata mariposa;
allí lamenta una rosa
los desdenes de un clavel;
allá una sonora abeja
a un jazmín acariciando,
mientras le arrulla zumbando,
le va robando la miel.
Pondera allí una azucena
su perfume a un botón de oro,
y el botoncillo inodoro,
de su brillante color
no más pagado, desdeña
el amor que la consume:
porque una flor sin perfume
es un alma sin amor
Zorrilla
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