Cuando te pienso,
me tiento
con acariciarte
y quitar de tu frente
los negros cabellos.
Ineludible sería
Codiciar el grana
Color de su boca
Pero sé que mía,
No es.
Nicolás Garat


Aquí un silfo azul se queja
de una ingrata mariposa;
allí lamenta una rosa
los desdenes de un clavel;
allá una sonora abeja
a un jazmín acariciando,
mientras le arrulla zumbando,
le va robando la miel.
Pondera allí una azucena
su perfume a un botón de oro,
y el botoncillo inodoro,
de su brillante color
no más pagado, desdeña
el amor que la consume:
porque una flor sin perfume
es un alma sin amor
 Zorrilla


SUFICIENTE
Tu presencia es suficiente
para que el lugar deje de existir.
Tu llegada es suficiente
para que nunca llegue el tiempo.
Nizar Qabbani

Me hablaron de ti y, cuando nos encontramos,
mi idea se hizo realidad ante mis ojos.
Las pinturas del paraíso se quedan siempre cortas
en punto a lo que es, de verdad, el paraíso.
Ibn Hazem

La Sopa de Pato

Cierto día, un campesino fue a visitar a Nasrudin, atraído por la gran fama de éste y deseoso de ver de cerca al hombre mas ilustre del país. Le llevó como regalo un magnífico pato. El Mula, muy honrado, invitó al hombre a cenar y pernoctar en su casa. Comieron una exquisita sopa preparada con el pato.

A la mañana siguiente, el campesino regresó a su campiña, feliz de haber pasado algunas horas con un personaje tan importante. Algunos días más tarde, los hijos de este campesino fueron a la ciudad y a su regreso pasaron por la casa de Nasrudin. - Somos los hijos del hombre que le regaló un pato - se presentaron. Fueron recibidos y agasajados con sopa de pato.

Una semana después, dos jóvenes llamaron a la puerta del Mula. - ¿Quiénes son ustedes? - Somos los vecinos del hombre que le regaló un pato. El Mula empezó a lamentar haber aceptado aquel pato. Sin embargo, puso al mal tiempo buena cara e invitó a sus huéspedes a comer.

A los ocho días, una familia completa pidió hospitalidad al Mula. - Y ustedes ¿quiénes son? - Somos los vecinos de los vecinos del hombre que le regaló un pato. Entonces el Mula hizo como si se alegrara y los invito al comedor. Al cabo de un rato, apareció con una enorme sopera llena de agua caliente y llenó cuidadosamente los tazones de sus invitados. Luego de probar el líquido, uno de ellos exclamó: - Pero... ¿qué es esto, noble señor? ¡Por Alá que nunca habíamos visto una sopa tan desabrida! Mula Nasrudin se limito a responder: - Esta es la sopa de la sopa de la sopa de pato que con gusto les ofrezco a ustedes, los vecinos de los vecinos de los vecinos del hombre que me regaló el pato.

Nada me aflige ya
levántate para ofrecerme vino
tu boca, esta noche,
es la rosa
más bella
del mundo
escancia vino
que sea carmín
como tus mejillas
y haga leves
mis remordimientos
como ligeros
son
tus bucles.
Omar Khayyam
DÍA Y NOCHE Y DÍA


...Y nos preguntamos algunas veces con lágrimas de rabia, de dolor,
¿Por qué tenemos momentos que oscurecen nuestras almas?
Y no comprendemos, luchamos en vano.

¿Acaso el día se pregunta, por qué la noche? No, el día comprende, el día tiene su momento y con humildad da paso a la noche, noche que le enseña, noche sabia, noche que ilumina con ese matiz de oscuridad que embriaga, que encanta...

Layla
Gratitud

Cierto día, mientras Nasrudin trabajaba en su granja, una espina penetró su pie. Increíblemente él dijo: "¡Gracias Dios mío, gracias!" y prosiguió:

“¡Es una bendición que el día de hoy no estuviese con mis zapatos nuevos!"

La mujer perfecta

Nasrudin conversaba con un amigo.

- Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte?

- Sí pensé -respondió Nasrudin. -En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco, y conocí una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo.

Continué viajando, y fui a Isfahan; allí encontré una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita.

Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa, y conocedora de la realidad material.

- ¿Y por qué no te casaste con ella?

- ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto.
El costo de aprender - Cuento sufí

Nasrudín decidió que podía beneficiarse aprendiendo algo nuevo y fue a visitar a un renombrado maestro de música:
- ¿Cuánto cobra usted para enseñarme a tocar la flauta? - preguntó Nasrudín.
- Tres piezas de plata el primer mes; después una pieza de plata por mes - contestó el maestro.
-¡Perfecto! - dijo Nasrudín; - comenzaré en el segundo mes.

Mi pecho se adorna con cada flor alegre
tomo el cuenco, mi ninfa en regocijo.
El monarca del mundo en aquella hora
es sólo un esclavo comparado conmigo.


Entonces no dejes que los momentos se vayan
sin tu amante y tu vino.
Las flores de la primavera florecen para marchitarse
y la juventud brilla sólo para nuestra vejez.
Hafiz

...Caí rendido con una mirada de los verdes y expresivos ojos tuyos A ellos, desear verlos cada mañana... ...Tus labios, y esa sensación...