¡Oh desdeñosa gacela mía!
Tu dulce boca nunca me envía
palabra alguna que dé consuelo.
!Qué mal respondes a tanto anhelo!
Que mal me pagas tanto amor!
Como con flechas enherboladas
hieres mi alma con tus miradas,
y ni das bálsamo para la herida,
ni esa tu hermosura forma querida
mandas en sueños al amador.
Abd al Rahman